Se cuenta que en la Escuela Leona Vicario había una señora que amaba el arte y tocaba el piano. Ella quiso ser una gran artista, quería llegar a ser muy conocida por la gente y por eso fue a la escuela a que la oyeran sus alumnos y amaran el arte igual que ella, pensó que trabajando en la escuela llegarían muchas oportunidades para que la gente la admirara; en la escuela tenia su piano y decía que no lo iba a abandonar, le dieron un cuarto debajo de un salón sus alumnos le tomaron mucho cariño y le lloraron cuando murió.
Y desde entonces, todos los días a las 4 de la tarde se escucha que alguien toca el piano y no hay nadie.
Solo el piano viejo y empolvado.
Y las teclas no dejan de moverse.
Y la música que no deja de sonar.
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